L’eterno mito della malattia mentale – Eugen Galasso
L’abuso di espressioni come “pazzo”, “folle” etc. non ha più notizia: poco tempo fa, Jacopo Fo, in un dibattito TV (non si capisce chi lo abbia nominato opinionista politico fisso, in base a quali meriti –
forse familiari…) affermava che in fase di scelta per gli iscritti o i candidati alle elezioni per i “5 Stelle”. Da marxista non ho simpatia per il movimento; ciò che mi preme rilevare è piuttosto l’ossessione, la fobia (mi si conceda…) per il termine “pazzo, pazzi” etc. Sembra proprio, ormai, che la condanna della cosiddetta “pazzia” sia nuovamente invalsa, come fosse un dato di fatto, come se fosse acquisita da tutti. Sembra che siano passati decenni se non secoli dalla scomparsa di un Thomas Szasz (scomparso l’8 settembre 2012) e di Giorgio Antonucci (morto il 18 novembre 2017). Entrambi avevano autorevolmente combattuto il concetto (il “mito”, diceva Szasz) della malattia mentale, ma a molti fa invece comodo che tale mito venga prolungato, anzi magari anche “eternato”…. Eugen Galasso
Pubblicato il 22 February, 2019
Categoria: Testi
Intervista di Massimo Paolini a Giorgio Antonucci
“Le altre branche della medicina hano un contenuto ed una struttura scientifica invece la psichiatria non ha nè un contenuto nè una struttura”….”Alla Facoltà di Antropologia il prof don Parenti mi prese come assistente di Antropologia Culturale, perchè secondo lui ero un iniziato a questa disciplina, così inizia ad interessarmi del confronto delle varie culture”…”Ad esempio quello che è ritenuto saggio in una cultura è ritenuto assolutamente impraticabile in un altra. Se uno vive insieme ai buddhisti e poi viene a vivere in Italia o in Francia si trova in difficoltà perchè deve cambiare un sacco di modi di pensare. Questo discorso importante faceva vedere che il mondo è fatto di tante culture, di tante pratiche diverse, di tante morali diverse perciò anche di tante filosofie differenti. Questa è già una premessa importante”…
https://soundcloud.com/perspectivasanomalas/entrevista-a-giorgio-antonucci-parte-1-primeras-experiencias-con-la-psiquiatria-mts4-it?in=perspectivasanomalas/sets/espacio-e-ideas-entrevista-con
“La malattia è una modificazione dell’organismo che se non viene fermata nel suo processo finisce di portare alla morte”….”Mentre le esperienze personali si cominicano attraverso il linguaggio”…”Quando sono andato a Gorizia ho introdotto questo fatto”.
https://soundcloud.com/perspectivasanomalas/entrevista-a-giorgio-antonucci-parte-2-it?in=perspectivasanomalas/sets/espacio-e-ideas-entrevista-con
…”Il nostro unico scopo era di parlare con loro per capire quali erano i problemi, discutere dei problemi insieme, per risolverli. Questa non è nè psichiatria nè psicologia. E’ un rapporto tra persone. Si cerca insieme di chiarire il pensiero”…
https://soundcloud.com/perspectivasanomalas/sets/espacio-e-ideas-entrevista-con
“Quando una persona si rende conto che l’altro è interessato ai suoi problemi, cambia tutto”.
“Le persone fanno finta di non sapere, fanno finta di non capire, poi ognuno pensa, nella sua mancanza di senso critico “A me non può capitare perchè quelle sono altre persone”.
https://soundcloud.com/perspectivasanomalas/entrevista-a-giorgio-antonucci-parte-mts7
Pubblicato il 13 February, 2019
Categoria: Audio
Recomponer la imagen, cuestionando el poder [Prólogo al libro ‘El prejuicio psiquiátrico’]
Existe una manera muy simple y eficaz para cambiar el significado de una imagen: consiste en separar una parte de la composición del contexto. De este modo, el fragmento aislado pierde su significado originario. Recortando la imagen, extrayendo una porción, rompiendo la unidad, queda un fragmento mudo, incapaz de comunicar su historia. El contexto llena de significación el fragmento, justificando su existencia en relación con el conjunto, permitiendo la comprensión.
Al desaparecer el contexto, la acción representada se vuelve un gesto pasible de ser deformado según la voluntad del observador. El acto en cuestión puede convertirse en lo que queramos ver, al antojo de cada uno.
Por ejemplo, la foto de un hombre o una mujer lanzándose por una ventana será la imagen de una persona con problemas psiquiátricos que, de repente, cumple un gesto incomprensible, in-sensato, si encuadramos exclusivamente a la persona asomándose a la ventana, o de ella cayendo. Sin embargo, si ampliáramos el campo visual para alcanzar una visión de conjunto, incluyendo los elementos que rodean a la persona, podríamos ver, por ejemplo, una fila de furgonetas de la policía, en equipo de guerra, a punto de desahuciar a la persona en cuestión, que ya no puede pagar el alquiler debido a que el edificio ha sido comprado por un fondo de inversión, que seguramente no paga impuestos, o bien por un banco rescatado con dinero público: conocer el contexto, por lo tanto, devuelve sentido al acto. Le devuelve la palabra, la capacidad de comunicar, le restituye lo que no se le había permitido expresar, mutilándolo.
El motivo real que explica el acto, en el hipotético caso en cuestión, es la situación de desprotección en lo que concierne a los elementos básicos necesarios para la vida, por ejemplo un hogar, que muchas personas experimentan en nuestra época, así como el problema concreto de la creciente iniquidad en la distribución de los recursos: dos fundamentos de la economía neoliberal. El conocimiento de los hechos concretos, las partes faltantes de la imagen, hace que los supuestos problemas psiquiátricos se derritan como nieve al sol.
La psiquiatría es el acto de eliminar el contexto, el recorte manipulador que silencia el poder desestabilizador de la fotografía. La psiquiatría no escucha, no quiere escuchar, no quiere conocer. Considera el fragmento, en general un comportamiento en apariencia injustificado o una idea en abierto contraste con las convenciones sociales o el moralismo, y lo silencia, sin interés por el complejo entretejido de relaciones, emociones, silencios, sentimientos, vicisitudes, caídas, desvíos, disenso, rebelión, desorientación, a veces muy complejo y difícil de entender, que la fotografía proporciona a un atento observador. De esta manera impide la comprensión de la historia y elimina a la persona.
Surgen varias preguntas: ¿qué imágenes, qué fotografías se fragmentan y recortan? ¿Cuáles personas, cuáles historias son silenciadas? ¿Quién es el autor de la manipulación de la imagen? ¿Quién impide a las personas contar su historia?
Volviendo a la imagen de la persona que se lanza por la ventana, el recorte que elimina la agresión policial dejando sin una causa aparente la búsqueda de la muerte, para luego dirigir el discurso hacia los problemas psiquiátricos de una persona enferma, será obra de, por ejemplo, un periódico de propriedad del mismo banco o fondo de inversión que desahucia a la persona. Es decir, la psiquiatría está al servicio del poder. Desde luego, es mucho más fácil eliminar rápidamente a las personas que denuncian problemas importantes de nuestra manera de vivir juntos que afrontarlos y solucionarlos, tal vez cambiando radicalmente la organización de nuestra sociedad, como por ejemplo garantizar a todas las personas, sin exclusión, un hogar y una distribución equitativa de los recursos del planeta.
Un claro ejemplo que ilustra la finalidad de la psiquiatría es la historia de Carlo Sabattini, descrita en el libro, el ecologista candidato en el partido de los Verdes italianos quien denunciaba graves crímenes ambientales con pruebas documentadas y difícilmente contestables. Sabattini levantaba cuestiones que habrían podido desestabilizar el entramado político-económico de Módena. Alguien con más poder, es decir el sector industrial responsable de los daños al ambiente con la connivencia del poder político —hoy en día un simple ejecutor del poder económico—, quería eliminar a Sabattini rápidamente. Pues entra en juego la psiquiatría, que recorta la imagen eliminando el contexto, o sea silencia la situación de los graves crímenes ecológicos denunciada por Sabattini, internándolo en un manicomio con el diagnóstico de altruismo morboso, como si el hecho de ocuparse de algo que no sea el simple beneficio personal que nos enseña continuamente nuestra sociedad fuese una enfermedad. Se define enfermo al que se quiere eliminar por vía extrajudicial. Giorgio Antonucci, quien fue el perito de la defensa de Sabattini, consiguió liberarlo del manicomio y, posteriormente, rehabilitarlo del diagnóstico psiquiátrico para que pudiese volver a ser parte de la vida social.
Éste es sólo uno de los muchos ejemplos documentados en el libro que enseñan la verdad de la psiquiatría. Pero la mayoría de las personas internadas son pobres, solas, marginadas. Ante esta soledad y desorientación, Giorgio Antonucci ha siempre actuado afrontando los problemas concretos de las personas en su contexto social, cultural y afectivo. En la entrevista publicada al final del libro Antonucci habla de cómo entró en contacto con la psiquiatría, aún antes de trabajar como médico internista y especializarse en psicoanálisis con Roberto Assagioli: cuando, aún estudiante, trabajaba en un centro que ayudaba a ex prostitutas a reintegrarse en la sociedad fue testigo de una discusión entre una chica ex prostituta y una mujer del personal. Al acalorarse la discusión, llegó una ambulancia y llevó a la chica ex prostituta al manicomio. Fue en ese momento que Antonucci entendió la esencia de la psiquiatría: la persona con más poder puede internar a la más frágil.
Los resultados del trabajo de Antonucci son evidentes comparando las pruebas documentales —los historiales clínicos de las personas internadas en el manicomio de Ímola, donde Antonucci trabajó en el desmantelamiento de cuatro pabellones, escritos por los psiquiatras antes de la llegada de Antonucci (quien siempre se ha negado a escribir historiales médicos, rechazando el diagnóstico)— con los resultados conseguidos con los mismos pacientes. Las personas liberadas son la prueba incontestable de la eficacia del trabajo de Antonucci, quien ha demostrado que se puede actuar de otra manera, como siempre decía. Su trabajo marca un antes y un después.
Espejos, imágenes
El manicomio es un lugar sin espejos. Al eliminar todos los espejos, la persona es privada de su imagen. Así que incluso la imagen de la propia persona es mutilada, al no poderse mirar en su totalidad, sino que a través de la visión de los fragmentos del propio cuerpo que el ojo puede ver cuando no se dispone de un espejo. Teresa, una de las mujeres que pasó más de veinte años internada en el manicomio de Ímola, la mayor parte del tiempo atada a una cama, antes de que Antonucci la liberara, pudo darse cuenta de su envejecimiento a través de un único elemento: sus manos. La visión del envejecimiento de sus manos era su única medida del tiempo.
Apertura de un nuevo camino
Valerio fue el último de los liberados del manicomio de Ímola. De sus 31 años de vida al momento de la liberación, había pasado 23 atado a una cama. En los historiales médicos los psiquiatras escriben: «Se trata de un cerebropático con grave carencia intelectual y evidente retraso del desarrollo», «incapaz de establecer el mínimo contacto».
Tras ser liberado, en pocos días Valerio empieza a recuperarse, a volver a vivir. Como escribe Antonucci, «es evidente que, desde el momento en que es tratado como un ser humano, Valerio manifiesta su «humanidad»: tiene reacciones de placer, de hambre, de molestia. Da muestras de interés por el agua, los animales, la música. Busca el contacto con las personas. De esta forma se le ha abierto un camino hacia una recuperación considerada imposible». Antonucci prescribió a Valerio la realización de dos electroencefalogramas, un examen que nunca se le había efectuado a pesar del diagnóstico de grave ‘cerebropatía’. El resultado fue que «ni éste ni el segundo examen indican alguna particular lesión o anomalía».
Recomponer la imagen
Al llegar a Ímola, cuando se convirtió en el responsable de cuatro pabellones del hospital psiquiátrico Osservanza, Giorgio Antonucci conoció los efectos de los tratamientos psiquiátricos. Empezó su trabajo liberando a las mujeres agitadas esquizofrénicas peligrosas irrecuperables del pabellón 14. Allí encontró 44 fotografías destrozadas, correspondientes a las vidas de las 44 mujeres que llevaban años, en muchos casos décadas, allí internadas. Personas aniquiladas por años de electroshocks, psicofármacos, contención física, violencias psicológicas: espejos hechos añicos.
Giorgio Antonucci recogió en soledad los fragmentos, con paciencia y perseverancia, intentando volver a componer la imagen de la persona para devolverle su integridad, demostrando que eran seres humanos como los demás cuyas vidas destrozadas eran el fruto de la intervención psiquiátrica. Y consiguió demostrarlo, con el método empírico que fundamenta la ciencia.
‘Para mí hablar contigo o con un paciente de una clínica psiquiátrica es lo mismo’, me dijo cuando lo entrevisté en su casa en Florencia. Y era verdad. Giorgio Antonucci hizo desaparecer la cesura que separa médico y paciente y, aún más, psiquiatra y paciente, sustituyéndola por una verdadera comunicación.
Fue precisamente la eliminación de esa cesura lo que hizo que Antonucci luchara prácticamente solo en su trabajo de liberación y rechazo a las clases sociales o las categorías profesionales, en abierto contraste con la defensa de los privilegios de la profesión de sus colegas, que se oponían a su trabajo, o simplemente lo ignoraban, como hizo y sigue haciendo todo el ámbito académico italiano.
Complementaria a la actividad de recomposición de la imagen fue su trabajo de oposición a su mutilación, es decir a cualquier internamiento forzoso. Giorgio Antonucci, desde que empezó a trabajar como médico internista, nunca autorizó una hospitalización involuntaria, el fundamento de la psiquiatría. Al neutralizarse esta arma la psiquiatría se vuelve impotente.
Al llegar a la casa de Antonucci, cuando lo conocí en persona, tardé bastante tiempo en encontrar la puerta del piso. Toqué el timbre de un vecino para pedirle información. Cuando me dijo que la puerta del doctor Antonucci era la de enfrente, a mi espalda, me di la vuelta: la puerta estaba tímidamente entreabierta. Antonucci estaba detrás, aparentemente divertido por la escena, esperándome con una sonrisa profundamente humana que borraba la imagen tradicional del médico, distante, autoritario, inmerso en una categoría profesional que marca una separación. Allí estaba un ser humano que se comunica con otro ser humano.
La época de la profesionalización había terminado aquella tarde. La profesión había desaparecido, sustituida por la relación entre dos personas. La imagen se había recompuesto.
Barcelona, 15 de octubre de 2018
Prólogo de Massimo Paolini a la edición castellana de El prejuicio psiquiátrico, el primer libro de Giorgio Antonucci traducido al castellano. Traducción de Massimo Paolini | Ed. Katakrak
Pubblicato il 13 February, 2019
Categoria: Libri, Presentazione
Elettrochoc – Dibattito nel Regno Unito -Traduzione di Erveda Sansi
Traduzione Erveda Sansi
Ecco la registrazione del dibattito: Radio (MIA)
tratto da: https://www.madintheuk.com/
in relazione a: – Il ritorno oscuro dell’elettroshock
Il manifesto
Questa settimana su Radio MIA rivolgiamo la nostra attenzione alla Terapia Elettroconvulsivante (TEC) o Electroshock, nome con cui è conosciuto negli Stati Uniti. Mercoledì 19 settembre [2018], questo intervento toccante e controverso è stato discusso durante il 57° dibattito dedicato a Henry Maudsley, tenutosi al Kings College di Londra.
E’ stata proposta la mozione: “Questa Assemblea crede che la TEC non abbia posto nella medicina moderna”.
A sostenere la mozione c’erano il Professor John Read, che ha svolto diverse indagini scientifiche sulla letteratura che sostiene l’uso della TEC, e la Dottoressa Sue Cunliffe. La dottoressa Cunliffe era stata pediatra fino a quando lei stessa non fu sottoposta alla TEC. A questo seguì un deterioramento cognitivo, e quindi non riuscì più a lavorare. Ora promuove campagne affinché i rischi della TEC vengano resi più espliciti, e per affrontare direttamente la negazione professionale del danno che la TEC può causare. Contro la mozione si è espresso il Professor Declan McLoughlin e il Dr. Sameer Jauhar.
Sia John che Sue hanno avuto il tempo di parlare del dibattito e dei numerosi problemi relativi alla TEC.
Il Professor Read ha gentilmente condiviso le sue note di dibattito, che di seguito forniamo:
“Ringrazio l’Istituto per averci riuniti tutti qui.
Ricordiamoci innanzitutto che la storia è disseminata da procedure in cui si credeva con la stessa fermezza con cui alcuni psichiatri credono, oggi, nelle scariche elettriche fatte passare nel cervello delle persone con che causano attacchi epilettici, ma che risultarono inefficaci o dannose. L’elenco comprende: sedie rotanti, bagni a sorpresa, far stare le persone in piedi accanto ai cannoni e, più recentemente, le lobotomie.
80 anni fa, nel 1938, Ugo Cerletti amministrò a Roma la prima TEC a un senzatetto. Dopo il prima scarica l’uomo urlò: “Basta, un altro mi ucciderà”.
La teoria di allora era che le persone con epilessia non avevano la schizofrenia, quindi la cura per la schizofrenia era causare l’epilessia. Quindi Cerletti era guidato dalla convinzione genuina che causare convulsioni con scariche elettriche nel cervello, potesse davvero aiutare le persone, con la genuina speranza, che alla fine avremmo potuto trovare un trattamento efficace.
Tuttavia la storia della TEC illustra, ancora una volta, cosa succede quando le nostre convinzioni e buone intenzioni non sono avvalorate dalla buona scienza.
La TEC si è rapidamente diffusa da Roma, attraverso l’Europa e l’America. Finalmente un trattamento efficace! Le persone a cui veniva somministrato venivano dimesse prima… dai medici che lo utilizzavano. Ma non c’erano studi da 13 anni, e in questo periodo tutti credevano che funzionasse, e la loro convinzione potrebbe essere stata molto utile per alcuni pazienti. Il primo studio sulla depressione (che divenne l’obiettivo principale per la TEC), nel 1951, evidenziò che quelli a cui era stato somministrata la TEC, stavano peggio che quelli che non l’avevano ricevuta. Non ha fatto la differenza.
Sono stato coautore di quattro revisioni della ricerca sulla TEC, l’ultima volta l’anno scorso. Esistono solo dieci studi sulla depressione, che confrontano la TEC con il placebo; il placebo nel senso che è stata data l’anestesia generale, ma non l’elettroshock. In cinque di questi dieci studi non sono state riscontrate differenze tra i due gruppi. Gli altri cinque hanno rilevato, rispetto al placebo, un temporaneo aumento dell’umore durante il periodo di trattamento, in circa un terzo dei pazienti. Uno di questi cinque studi ha messo in rilievo che questo miglioramento temporaneo era percepito solo dagli psichiatri, ma non dalle infermiere o dai pazienti.
La maggior parte delle recensioni e delle meta-analisi affermano, sulla base di questi miglioramenti temporanei in una minoranza di pazienti, che la “TEC È EFFICACE”
Ma nessuno di loro non ha mai identificato un singolo studio che ha riscontrato alcuna differenza tra la TEC e il placebo, dopo la fine del periodo di trattamento. Dopo 80 anni di ricerca non ci sono prove a supporto della convinzione che la TEC abbia benefici duraturi
Allo stesso modo, non ci sono studi di placebo per supportare un’altra credenza: che l’ECT previene il suicidio.
Non c’è niente di sbagliato in trattamenti la cui guarigione dipende da speranze e aspettative. Ma passare 150 volt attraverso le cellule cerebrali, concepite per una piccola frazione di un volt, provoca danni al cervello. In effetti, le autopsie hanno rapidamente portato a una nuova teoria su come funziona la TEC. In un articolo del 1941 intitolato “Terapie dannose per il cervello”, l’uomo che ha introdotto la TEC negli Stati Uniti, ha scritto “Forse i malati di mente possono pensare in modo più chiaro con meno cervello nell’effettivo funzionamento”.
Nel 1974 il capo della Neuropsicologia di Stanford scrisse: “Preferirei avere una piccola lobotomia piuttosto che una serie di ECT …. So come diventa il cervello dopo una serie di shock”.
Tutti quelli che ricevono la TEC incontrano alcune difficoltà nell’individuare nuovi ricordi e nel ricordare eventi passati. Ciò che viene contestato è il numero di disfunzioni della memoria a lungo termine o permanente, che potrebbero ragionevolmente essere chiamati danni cerebrali.
I risultati vanno da uno su otto, a poco più della metà. Una revisione degli studi che hanno effettivamente chiesto ai pazienti, condotta qui all’Istituto, ha rilevato una “perdita di memoria persistente o permanente” dal 29 al 55%”.
C’è anche un’altra convinzione, cioè che in passato la TEC causasse di solito danni cerebrali, ma ora non più. Ma uno studio recente ha messo in rilievo che in uno su otto vi fosse una perdita di memoria “marcata e persistente” … e ha anche riscontrato tassi molto più alti tra i due gruppi che lo ricevono più spesso, donne e anziani.
Lo stesso studio ha anche riscontrato che la perdita di memoria non era correlata alla gravità della depressione. Questo è importante, perché un’altra convinzione riguardo alla TEC è che la perdita di memoria sia causata dalla depressione, non dall’elettricità.
Le istituzioni psichiatriche nel Regno Unito e negli Stati Uniti sono convinti della loro dichiarazione che solo “uno su 10.000” muore a causa della TEC, senza che abbiano prodotto un singolo studio per sostenere tale convinzione. Le nostre ricerche documentano studi su larga scala con tassi di mortalità compresi tra 1 su 1400 e 1 su 700, diverse volte superiori rispetto alle dichiarazioni ufficiali, che di solito-prevedibilmente- comporta l’insufficienza cardiovascolare.
La TEC in Inghilterra è diminuita, da 50.000 all’anno negli anni ’70 a circa 2.500. Il numero di psichiatri che ancora ci credono nonostante tutte le prove, sta diminuendo rapidamente.
Potrebbe essere comprensibile che gli psichiatri degli anni ’40 credessero che la TEC funzionasse e fosse sicura. Non conoscevano nulla di meglio.
Ma se la psichiatria vuole essere una disciplina basata sull’evidenza, per far parte della medicina moderna, deve riconoscere quello che, nonostante tutte le sue intenzioni onorevoli, ha ottenuto; come ad esempio la lobotomia, del tutto sbagliata.
Grazie.
Sue Cunliffe:
14 anni fa, 21 shock elettrici sono passati attraverso il mio cervello. Non posso usare la parola terapia perché hanno causato danni al mio cervello che hanno cambiato la mia vita.
Stasera, decidi tu: è un trattamento intrinsecamente pericoloso o una negligenza e una copertura istituzionalizzata?
La perdita di memoria è un danno cerebrale.
Il danno al cervello provoca una riduzione della capacità di una persona di funzionare.
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Pubblicato il 10 February, 2019
Categoria: Notizie